Las discapacidades mentales o intelectuales pueden deberse a diversas enfermedades que afecten a la cognición de los individuos. Según la enfermedad y su evolución se pueden tener diferentes grados de minusvalías. Por ejemplo, enfermedades como la depresión o el Alzheimer son consideradas discapacitante, al igual que otras enfermedades de carácter mental, neurodegenerativas etc.
Por último, las razones de discapacidad sensoriales incluyen patologías que afecten a los sentidos de las personas. Estos pueden ser la sodera, la visión reducida o total, problemas o retrasos en el habla etc.
Causas de discapacidad
Al igual que en otras enfermedades o problemas de salud, existen una serie de factores de riesgo que contribuyen al diagnóstico de discapacidades.
1. Factores de riesgo sociales:
los cuales son accidentes puntuales o eventos aislados.
2. Factores de riesgo sanitarios:
aquí, las discapacidades son causadas por alguna enfermedad previa de las personas.
3. Factores de riesgo ambientales:
estos factores de riesgo incluyen todos aquellos aspectos con los que están en contacto las personas. Pueden ser la contaminación, la toxicidad de determinados productos etc.
Estas condiciones de discapacidad reducen considerablemente la calidad de vida de quienes la padecen. Algunos aspectos clave de su día a día se ven afectados como por ejemplo la movilidad y la comunicación. De igual modo, tareas diarias y cotidianas se vuelven un reto para las personas y, por lo tanto, la ayuda de terceros se vuelve inevitable.
Inclusión de las personas discapacidad
Las personas con discapacidad pueden presentar diferentes problemas para desenvolverse dentro de la sociedad. Para ello, diferentes asociaciones han promovido que el gobierno desarrolle leyes de dependencia y de ayuda a las personas discapacitadas. De este modo, se garantiza que las personas con discapacidad puedan tener una vida social activa y puedan incluirse en diferentes actividades.
Diferentes leyes como la Ley LISMI y o la Ley de Equiparación de Oportunidades promueven esta visión inclusiva de la dependencia. Por lo tanto, el tener en cuenta estos aspectos, hace que las personas con discapacidad disfruten de todos los derechos fundamentales y no sean discriminadas por ninguna razón.
La ley LISMI, por lo tanto, busca paliar las dificultades diarias de las personas discapacitadas. Los beneficios que recoge dicha ley se aplican a las personas con un grado de discapacidad superior al 33%. Aquellas personas que tienen un grado de dependencia superior a un 65% cuentan con otros beneficios adicionales, hay beneficios que coinciden para ambos grupos.
Los grados de discapacidad, tal y como lo conocemos en la actualidad, está fijado en unos baremos que son recogidos en el Real Decreto 1971/1999 de 23 de diciembre. Este grado de discapacidad será estudiado de forma conjunta con determinados factores sociales, el entorno familiar que tenga la persona dependiente y la situación educativa y laboral.