Pañuelos, carmín y lágrimas
Catarros, constipados, lágrimas y mocos. En los años setenta, todos te llevábamos en el bolsillo. Tú, ese retal de tela blanca. A algunos os bordaban las abuelas, madres o novias. Erais un trozo de hilos, algo nuestro. En vosotros limpiábamos las babas cuando aparecían en la cara risueña de hijos o nietos. También, las lágrimas de nuestras novias junto al carmín de sus labios. Lágrimas al lloro de aquel funeral.
En vosotros, sonadores, guardábamos gran parte de nuestra vida. Sentimientos de alegría, malos recuerdos por la ruptura del primer amor. Lágrimas de familiares y amigos que se nos fueron. Como la pluma del ave protege en las frías noches de invierno, tú, pedazo de hilo, también nos proteges de llantos, mocos y alguna que otra gota de sangre. Te encontré, retal de tela bordado con flores rosas, bien planchado en un cajón de la cómoda. Y te conservé porque me acompañas como fiel amigo. Sabemos compartir penas y alegrías. Me dejas mojar tus hilos con mis lágrimas dejando, a veces, que sean de alegría y humedezcan mi pecho. Nunca me incomodaron las costuras de tus bordes arrugados.
Hoy, estás arrugado y sucio en el oscuro rincón de mi bolsillo, junto al llavero, compartiendo mi soledad. A veces pienso que, tal vez, te gustaría estar bien planchado en el bolsillo superior de mi camisa, o de la chaqueta, asomando la blancura de tu tela con las flores rosas. Me haces pensar que el día del sepelio, quizás, podría haber humedecido toda tu tela, pero no fue así. Pensé que ya no te necesitaría, estaba equivocado.
Tengo momentos que, al recordarla, necesito tu ayuda. Tal vez estés disgustado conmigo. Sí, sé por qué. Nunca pasé una plancha caliente por tu tela arrugada, ni mojé tus hilos con tibia agua y detergente. Pero tienes que entender que, de esta forma, eres partícipe de todos mis sentimientos y de las conversaciones que aún tengo con ella.
Eres ese pedazo de tela donde, entre tus arrugas, limpio mis lágrimas, aunque también busco en ti el aroma de su cuerpo, la risa de su boca, la poesía de su voz y el agrado de sus labios. Por estas razones, nunca te podré lavar ni planchar, pues si lo hago, perdería toda esa belleza que escondes en tus hilos y arrugas.
Amigo, en el fondo de tu corazón, creo que prefieres sentir nuestra pasión en tu tela bordada. Y para poder sentir esa belleza, son tus arrugas las que me hacen revivir la ternura y poesía de ella en mí. Gracias blancura de tela bordada con pequeñas flores rosas, toda arrugada y sucia, por estar siempre ahí. Para que yo vuelva a vivir en mi imaginación el amor que compartimos juntos. Porque, cuando eras de ella, en tu tela quedó impregnado el aroma de su cuerpo, junto a la calidez de sus labios.
Hoy, cuando presientes que mis lágrimas son de alegría, las dejas resbalar por mi pecho para que todo mi ser vuelva a recordar su risa y su ternura. Cuando la llama de mi ser dejé de darme vida, quizás otra persona te lave y te planche. Entonces, tal vez, te acuerdes con nostalgia del oscuro rincón del bolsillo de mi pantalón, junto al llavero. Acaso te sentirás depresivo y solo, lavado y planchado, pero pensando que te falta la humedad de mis lágrimas en tus arrugas, el aroma de ella en tus bordados. Entonces, serás tú quien desee tener de nuevo esas arrugas donde escondías el perfume de ella, junto a la humedad de mis lágrimas, en esos ratos de alegría y tristeza. O, tal vez, otro enamorado te lleve en su oscuro bolsillo, junto al llavero, arrugado y sucio, pero contento de volver a formar parte de la ternura, el afecto y el amor.
Firmado por Paco Galiana
Todas las grandes historias están cargadas de emotivos momentos y recuerdos. Conoce algunos pañuelos señoriales y elegantes como el del protagonista.
ANÁLISIS PAÑUELO Y DUELO – CUIDADO MAYOR
Relato que describe de forma muy acertada los sentimientos asociados a la pérdida de una persona cercana a nosotros. Los motivos de la pérdida pueden ser muchos desde la muerte de un familiar, divorcio o separación.
En este caso, parece que la pérdida viene por un amor que ya no está. El protagonista de este relato se encuentra en un proceso de duelo. En este caso, observamos que es un duelo que, en la actualidad, está presente en esta persona. Si tomamos a Worden (autor de referencia en temas de duelo), vemos que se está describiendo la primera tarea del duelo que es la aceptación de la pérdida. Los recursos que está teniendo nuestro protagonista para “aceptar” esta pérdida son muchos pero hay un muy claro y es el apoyo en un objeto que es muy significativo para él, el pañuelo . Este “pañuelo” en la vida, ante una pérdida, podría ser una madre, un hermano, o un buen amigo. Es decir la persona sobre la que lloramos y que nos sostiene en la pena ayudándonos a integrarla y desahogarnos.
Ante una pérdida, recordar es bueno, con el fin de procesar esta pérdida y poder “cerrarla”. Este hecho no significa olvidar todo lo ocurrido sino “recolocarlo” para que no nos genere tanto sufrimiento. Recordar los bellos momentos es necesario para superar el duelo.
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