Ictus y personas mayores

Una persona mayor que sufre un ictus puede tener una serie de complicaciones severas. Los datos nos muestran que los ictus suponen una de las principales causas de muerte entre la población general, afectando más a las mujeres. Además, también es el desencadenante principal de los casos de demencia durante el Alzheimer. Sin olvidar que puede ser una razón de causa para la discapacidad permanente en personas mayores.

Ictus y personas mayores

Cuando escuchamos la palabra Ictus, una gran preocupación nos recorre el cuerpo, pero ¿sabemos qué es exactamente un ictus y cómo afecta a nuestros mayores? Un ictus es, principalmente, un tipo de accidente cerebrovascular que afecta en muchos aspectos a las personas que lo sufren. La Sociedad Española de Neurología advierte de la existencia de 2 tipos de ictus: aquellos que ocurren por la obstrucción de algún vaso sanguíneo en el cerebro, o bien, los que ocurren por la rotura del vaso sanguíneo. Entonces podemos distinguir entre ictus isquémico e ictus hemorrágico.

Una persona mayor que sufre un ictus puede tener una serie de complicaciones severas. Los datos nos muestran que los ictus suponen una de las principales causas de muerte entre la población general, afectando más a las mujeres. Además, también es el desencadenante principal de los casos de demencia durante el Alzheimer. Sin olvidar que puede ser una razón de causa para la discapacidad permanente en personas mayores. Se estima que, en España los ictus afectan anualmente a más de 100.000 personas. Si quieres saber más sobre las características del ictus en personas mayores, te lo contamos más abajo.

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Primeros síntomas del ictus

Es esencian saber cómo identificar un ictus cuando va a aparecer. Este tipo de accidentes aparecen sin avisar, de una manera repentina y las personas no saben cómo reaccionar a ello. Por lo tanto, es importante conocer qué síntomas aparecen inmediatamente antes de sufrir un ictus.

Cuando hablamos de los síntomas del ictus, nos referimos a lo que siente la persona justo antes de que aparezca el accidente. En mayoría de casos de ictus, siempre han aparecido 5 síntomas inequívocos que avisan de la presencia de este accidente cerebrovascular.

Suelen aparecer todos juntos o de manera progresiva, y son los siguientes:

  • Debilidad: se pierde de manera súbita la fuerza en un lado del cuerpo, brazo, pierna y cara
  • Confusión: se altera el habla y se pierde la capacidad para comunicar lo que está pasando
  • Pérdida de la visión: se pierde la visión total o parcial de la visión en uno o los dos ojos
  • Desequilibrio: se empieza a caminar con dificultad y se pierde la coordinación
  • Dolor de cabeza: aparecen dolores de cabeza agudos que no se pueden explicar

Una vez que aparecen estos síntomas, el tiempo que transcurre en el primero y el tratamiento médico, resulta crucial para que los estragos del ictus no sean tan devastadores como pueden serlo. Por lo tanto, si creemos que nuestro familiar puede estar sufriendo un ictus, podemos comprobarlo de varias formas. O bien pidiéndole que sonría, así podremos evaluar la funcionalidad de la musculatura de la cara, si no lo hace bien, tiene un alto riesgo de que esté sufriendo un ictus; pidiéndole que mueva las extremidades para comprobar su fuerza, si ha tenido una debilitación repentina de las extremidades no podrá hacer movimientos sencillos; y, finalmente, hablar. Como la capacidad de comunicación se altera antes del ictus, al hablar con la persona mayor podremos comprobar si tiene algún problema a la hora de emitir sonidos.

Factores de riesgo en el ictus

La Sociedad Española de Neurología ha afirmado que uno de los principales riesgos en los ictus es la edad. De este modo, las personas mayores tienen una mayor probabilidad de sufrir este tipo de accidentes debido al paso del tiempo. Este es un gran problema, porque las personas mayores pueden tener otras enfermedades que solapen los síntomas del ictus, entonces, no acudirán de forma temprana al hospital. Esto es algo esencial para evitar que el ictus cause estragos irreversibles.

En las personas mayores, por causa del deterioro de la edad, el cerebro pierde la elasticidad característica de los tejidos humanos. Por lo tanto, el riesgo de ictus en personas mayores aumenta en tanto que la posibilidad de reparación tras el paso del ictus se vuelve menor.

Además, existen otros factores de riesgo en los hábitos de las personas mayores que aumentan las posibilidades de sufrir un ictus y de que sus síntomas puedan ser fatales. Por ejemplo, encontramos que otros de estos factores de riesgo son:

  • Hipertensión
  • Tabaquismo
  • Sedentarismo
  • Obesidad
  • Diabetes

¿Prevenir un ictus?

De manera general, los ictus no se pueden prever, pero sí que podemos reducir el riesgo de sufrirlo. Como se ha visto antes, existen una serie de factores de riesgo que aumentan la probabilidad de sufrir un riesgo, así, si controlamos estos riesgos, podremos reducir este aspecto.

Minimizar el riesgo de sufrir un ictus está dentro de lo que se conoce como prevención primaria. Además de controlar los factores de riesgo arriba mencionados, los especialistas también recomiendan seguir una dieta saludable, que sea baja en sal y en grasas, así evitaremos el colapso de las arterías. El realizar algún tipo de actividad física también mantiene el sistema circulatorio en forma, reduciendo considerablemente el riesgo.

Otra cosa que podemos hacer es monitorizar las pulsaciones de manera regular. Si mantenemos un control constante de esto, en cuanto se note un cambio en las palpitaciones durante el reposo, sabremos que algo no va bien y podremos acudir al medico con antelación. Así descartaremos otras patologías.

Tratamiento para el ictus

El tratamiento para el ictus debe aplicarse inmediatamente después de haberlo sufrido. Los expertos aseguran que las primeras 4 horas son esenciales para abordar este tipo de accidentes a tiempo. Una vez en el hospital, el protocolo hace que se aplique un tratamiento destinado a disolver el trombo que ha causado el ataque.

Dependiendo del tiempo que ha pasado entre el ictus y el tratamiento, después la persona mayor deberá o no acudir a rehabilitación. De este modo, si ha perdido algún tipo de capacidad, ya sea de comunicación, motora o de cognición, podrá trabajar para recuperarla. El tratamiento de rehabilitación es en muchos casos, parte esencial de los tratamientos para los ictus siempre que hay secuelas en las personas mayores.

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